En los últimos años el fútbol base ha crecido de manera destacable en cuanto al número de niños participantes. Muchos clubes han pasado de tener uno o dos equipos por categoría a tener cinco, seis e incluso más. El fútbol base en los últimos años ha dejado de ser una actividad de deporte recreación para convertirse en una actividad de deporte competición. El continuo crecimiento en el número de niños federados y, por lo tanto, con ficha en algún club o escuela de fútbol, ha convertido esta actividad, que hasta hace no muchos años era vista y gestionada por la mayoría de clubes como una actividad de ocio, en una actividad con grandes posibilidades de negocio.
Pero la pregunta es, ¿cómo llega un club que tenía uno o dos equipos por categoría a tener seis equipos o más y hacer así negocio con ello? La respuesta es clara, ganando. Empezando por los más pequeños de todo. Ganar, ganar y volver a ganar. No hay otra manera. No hay otra manera porque los padres, por norma general, no tienen una formación deportiva a sus espaldas que les permita evaluar el proceso formativo de cada uno de los clubes para finalmente elegir cuál es el mejor y a cuál llevar a sus hijos. Los padres, simplemente, entienden que si un equipo de niños gana es porque los niños que hay en él son buenos, y si los niños que hay en un equipo de fútbol son buenos es porque se está trabajando bien con ellos. No se plantean que quizás ese niño ya era bueno antes de entrar en el equipo, no se plantean que ese niño ha estado los últimos cuatro años en un equipo diferente y es donde realmente aprendió lo que sabe, no se plantean nada de esto porque no lo saben, lo desconocen. Lo desconocen y los clubes saben de la existencia de ese desconocimiento. Por eso fichan a niños de siete años que destacan en otros equipos. Porque, salvo los padres del propio niño, todo el mundo pensará que lo han formado ellos. Crean equipos llenos de estos niños fichados de otros clubes y ganan. Sólo faltaría.
Padres que tienen a sus hijos en un club de fútbol diferente, o que simplemente no lo tienen en ningún club, ven jugar un día, de casualidad, a un equipo de ese club que ha pasado en los últimos años de tener uno o dos equipos por categoría a tener tres o cuatro. Ven que los niños de ese equipo juegan bien, que van ganando 8-0 en el descanso, y que además parece ser que ganan así en todas las categorías que tienen, o eso dice el padre de Miguel, compañero de fútbol de sus hijos.
El niño no da el nivel para el equipo A, que son todos niños que fueron llamados expresamente por el club, tampoco para el B, ni para el C, ni para el D, ni para el E. Pero, curiosamente, su hijo sí que da el nivel para ingresar en el equipo F. De hecho le dicen que es el equipo ideal para que su hijo progrese y mejore.